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Grandes batallas


Las grandes batallas del mundo no se libran en parlamentos, ni en las urnas, ni en las calles de ciudades sitiadas por rebeldes. Los combates importantes están presentes y activos en cada una de las cabezas de los vivos, y solo de los humanos, porque el resto de animales son infinitamente más juiciosos.

En ellos se enfrentan a diario enemigos de toda índole, muy peligrosos y concienzudos, a veces indestructibles y del todo mortales si no se cambia de plan. ...El miedo, la sospecha, la desconfianza, la ansiedad, la cobardía, la preocupación... son algunos de esos misteriosos adversarios, silenciosos y enigmáticos, armados de explosivas dudas, que atentan cada minuto allá donde no llega ni la decisión política más importante del mundo. Ellos están presentes porque el acceso es libre y nuestra defensa aturdida permite su acometida.

Nuestra muralla es fácil para esos infieles del alma, porque dejamos grandes huecos por donde asomamos la inquietud, con la curiosidad de un voyeur que quiere ver un beso. Algo ridículo después de haber movido nuestra lengua dentro de otra boca.

Hay que cerrar esas aberturas con seguridad, taponar entradas, dejar a un lado la intriga que nos corroe, porque ya sabemos que cara tiene el terrorista e importa poco su complexión. Sabemos de qué va armado y lo poco que le importan nuestros daños.

El peor de todos esos miserables extremistas, el Bin Laden de nuestra vida, es el Miedo. Él dirige sus ejércitos contra nuestros minutos, cortándolos como mayonesa para tirar. Él se hace acompañar de sus grandes sicarios; Recelo, aprensión, desconfianza, timidez... esos ejecutores cuya sanguinolencia está fuera de toda duda y gustan de torturar antes del estoque.

Nuestra bomba atómica se llama Conciencia Tranquila. Con su detonación controlada volamos los cimientos de su fanatismo para despellejarles hasta el recuerdo. Es entonces cuando vestimos nuestro destino de valentía, el traje más elegante de cuantos conoce la raza humana. En ese momento, el heroísmo se muestra brillante en la portada de nuestro diario, entre grandes titulares que nadie más puede leer, salvo uno mismo. En ellos se habla de bravura, coraje, intrepidez, osadía, ánimo, entereza, decisión,... nuestros cómplices, los que hicieron posible que desde la humildad de un trago de agua, se desatara la sonrisa.

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