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Soy Messi

Soy el Leo Messi de las cocinas. Un genio regateando salsa de tomate y cápsulas de cacahuete. Solo tengo que jugar en equipo frente a mi rival y no me importa la grasa con que se presente, porque no me asusta nada cuando piso el campo.

Esta mañana me he vestido con la camiseta verdi negra roji blanca casi roti y he salido a darlo todo. Frente a mí, un equipo difícil pero que no me suponía un rival de importancia. Primero he cantado el himno de Poyales del Hoyo ante una multitud de platos y tazas de desayuno. El silencio en el campo era perturbador, hasta que ha terminado la canción. En ese momento se ha desatado un griterío en las gradas que me ha empujado como un disparo hacia el estante del Fairy. En cuanto he cogido el estropajo sabía que el gol ya era mío.

Después de mi doblete ante el salón-comedor, comprendí que la importancia de los delanteros se mide por sus goles y en cuanto he empezado a frotar, nada ha podido impedir que en el minuto 16 todas las sartenes estuvieran fregadas y se desatara la locura. Mi rival seguía teniendo bravura, pero mi chut con el agua caliente por la banda derecha ha desincrustado todo resto de paella que tuvieran los platos del equipo visitante. Los centrales del equipo contrario sacaban residuos como podían, pero dejando en el camino ocasiones suficientes como para haberse marchado al descanso con un marcador más que destacado. Yo me veía imparable moviendo mi mano vestida de estropajo con la rapidez de un tornado. La tristeza en los tenedores y las cucharillas del café era evidente y los cuchillos se mostraban agresivos intentando hacerme falta sin conseguirlo. Como no podía ser de otra manera, en el minuto 33 la pila estaba vacía y he rematado pasando la Espontex hasta conseguir el segundo gol de la jornada. En ese momento la casa se venía abajo de júbilo.

En la segunda parte y tras un descanso que he aprovechado para masturbarme, he salido al campo como una exhalación dejando atrás el cansancio de una temporada larga. Un lanzamiento de escoba desde el córner del sofá ha materializado el tercer golazo de la mañana. Me he puesto de rodillas para dar gracias al cielo por mi habilidad viniendo a abrazarme los perros a los que he tenido que echar a la calle para poder llevar a cabo mi siguiente jugada. Ésta segunda mitad ha sido dura y ni Frank Sinatra cantándome a noventa y tres decibelios conseguía remontar un resultado que de por sí ya era positivo, pero gracias a un pase de fregona, en el minuto 59, cuando ya no parecía posible, llegó el tercer gol con la asistencia del fresco aroma a pino, dejando el partido sentenciado.

Así, ésta jornada queda con el siguiente resultado: Josechu 1- Mierda 0

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