top of page

De menú, muerte

Tengo dos posibilidades:

1.- La próxima vez nazco mosca y me dedico a viajar por el mundo, de cadáver en cadáver de tía buena, chupando fluidos, regocijándome con los diferentes destilados que me ofrezca la belleza sucumbida, como un insecto catador anatómico forense de flequillo revuelto y puntas abiertas, o...

2.- En mi vida futura, cuando me reencarne, llego a ese punto del futuro en que los humanos tendrán unos ojos enormes que cubren su cara como placas solares a través de los que nos alimentaremos. Al no tener que ingerir comestibles por alimentarnos de luz solar, no necesitaremos ano, ni pene, y evacuaremos a través de un diminuto orificio en la espalda por el que todos los días defecaremos rayos de sombra con tufillo a malos pensamientos. Al no disponer de órganos externos, a los hombres no se nos evaluará por centímetros lineales de carnoso miembro, sino por el grado de luz que emanemos, para lo cual, las mujeres nos conectarán su tentáculo averiguador en un punto de nuestro lánguido cuerpo y podrán comprobar el voltaje, grado de amor y felicidad que le podemos aportar. Si les satisface la lectura, se dejarán invitar a cenar atardeceres y podremos yacer sin tocarnos, penetrándonos con nuestras miradas infinitas de vidrio azul galaxia. Y cuando llegue la eyaculación en forma de torrente luminoso, se quedará preñada y a los nueve meses expulsara un Iboy de pantalla táctil que irá a la universidad cuando cumpla los trece días de vida.

Todos los humanoides iremos con el mismo traje pret a porter consistente en una ceñida prenda de látex que como la funda de un submarinista, nos proteja de la calamitosa atmósfera que nuestros antepasados habremos dejado en herencia. Esta vestimenta será lo suficientemente protectora como para evitar la fracturación de nuestros huesos de cristal y lo adecuadamente lograda como para no necesitar ducharnos en meses. En ese momento ya no sudaremos, porque la metamorfosis se habrá completado haciendo de nosotros unos frágiles pero inteligentísimos seres que no maltratamos animales ni destruimos el entorno.

El fútbol habrá desaparecido y los anuncios también por lo que la televisión ya no será necesaria. La política tampoco existirá porque la corrupción será un mal sueño cuyo eco solo resuene en los libros hologramas de historia. Todo el mundo será dueño de su existencia y no habrá que pagar impuestos porque las máquinas robotizadas construirán los platillos volantes con los que seremos capaces de viajar al pasado.

Yo viajaré a 2015 para verme, y me daré cuenta de repente de que sin darme cuenta ya era una mosca. Pero a diferencia de lo que mis deseos esperaban, no vivía alegremente posándome de cadáver en cadáver de tía buena sino que básicamente vegetaba sobre una mierda gigantesca de interminable crisis que finalizó en el año 3768, cuando estaba en extinción la época dorada del fútbol español.

Posts destacados
Últimos Posts
Búsqueda por etiquetas
Sígueme
  • Facebook Classic
  • YouTube Classic
  • Twitter Classic
bottom of page