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Demolido

Como es domingo y tenemos una hora menos, el relato de hoy será corto. Ahí va. ..............................................................................................................................

DEMOLIDO

Aquel hombre con su excavadora, encontró una extraña máquina bajo los cimientos de una casa antiquísima que estaba devastando. La transportó con cuidado hasta su casa y allí la dejó, volviendo al trabajo enseguida.

Cuando acabó su jornada, el hombre regresó a su casa y se dio cuenta que detrás de aquella máquina, había un precioso Jaguar XJS completamente nuevo. Al entrar en el vehículo, comprobó que la documentación del automóvil estaba a su nombre y todo en regla, de modo que lo arrancó y se fue al pueblo a tomar unas cervezas. Como estaba muy borracho cuando regresó a casa no pudo darse cuenta, pero a la mañana siguiente, al abrir la ventana de su habitación, observó que de nuevo, tras aquella máquina extraña, había un perchero con una infinidad de trajes estilosos de marca y de su talla. Se probó uno y se alegró porque le quedaba como a medida. Así que se fue al pueblo a tomar unas cervezas bien vestido en su Jaguar. A su vuelta, vio que tras la maquina había una caja de madera noble con media docena de relojes de gran lujo. Se probó uno y se alegró mucho porque solo en oro, aquel reloj superaba el medio kilo.

Le entró mucha curiosidad por esa máquina de regalar y se dispuso a observar su funcionamiento. Tras un rato, se fijó en como una especie de esfínter mecánico se abría por detrás del artilugio y expulsaba algo como de madera. Enseguida comprendió que se trataba de un brillante ataúd de su talla. De modo que lo guardó por si acaso. Y se volvió a quedar mirando, a la espera de un regalo mejor. Cuál fue su sorpresa cuando vio que ese ojete de acero empezaba a hincharse por un lado, provocándose una férrea hemorroide feísima y muy grave, casi reventando los remaches, y después de un costoso esfuerzo en el que casi se rompe la estructura, logró expulsar un grupo parlamentario del partido popular. Salieron muy trajeados, sacudiéndose el polvo y enseguida empezaron a dejar caer las primeras mentiras diciendo que habían estado trabajando duro por España en el interior de la maquina. Al hombre eso le daba igual porque quería lucir su reloj nuevo y pensaba hacerlo en el pueblo tomándose unas cervezas, de modo que pidió a los siete diputados que le esperaran en casa mientras iba a hacer un recado. A su vuelta, quedó horrorizado al comprobar que no estaban ahí sus diputados del grupo parlamentario. También había desparecido la máquina de regalar y los trajes, y la caja de los relojes, incluso la excavadora ya no estaba en el garaje.

El hombre murió de asco a los tres días y lo enterraron en el ataúd que le quedaba.

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