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Trece euros

Todo empezó mal cuando el taxista me dejó a la puerta del restaurante. - Puede parar aquí.- Le dije El conductor pulsó un botón que detenía un contador con números rojos que yo no sé para qué sirve. -Ha conducido Usted pero que muy bien- le dije con una amplia sonrisa, y añadí algo gracioso para edulcorar el comentario -Desde luego si Usted se pierde en Madrid es porque le hayan secuestrado jajajajaja. ME GUSTA!- Entonces abrí la puerta y salí del vehículo. Y no había dado ni tres pasos cuando escuche un grito tras de mí. -!Eh! que son trece euros.- dijo el taxista que ya estaba fuera del coche -Pero si ya he comentado y le he dicho que me gusta. Le he dado un me gusta caballero.- contesté con cierto enojo. -Que me gusta ni qué cojones, son trece euros la carrera.- respondió él. -Ah, ya, le entiendo.- dije con una sonrisa de complicidad.- !Añadir a mis amigos!- Grité alto y claro enseñándole el dedo pulgar a modo de Ok. Entonces me di la vuelta y empecé a andar hacia la acera. -!Eh tío, dame los trece euros o te reviento la cabeza.- dijo aquel hombre malo que había dejado el coche arrancado en mitad de la calle y con la puerta abierta. -Pero bueno. ¿No me ha oído usted que le he dado a añadir? Venga, ya lo último, a ver si se queda usted tranquilo !Compartir! - Me dirigí a una señorita que paseaba por la acera y le dije.- Perdona, mira, ese taxista de ahí conduce de maravilla y conoce a la perfección las calles. El tío es un crack.- Y ella dijo -Me gusta. Me volví hacia él y le dije.- ¿lo ves? He compartido y ya tienes dos me gusta. No te quejarás. Has tenido suerte. Venga hasta luego, buenos días.- Entonces fue cuando me agarró por el cuello. Yo pensé para mis adentros "cuidado Josechu, este hombre debe de estar loco y más vale que accedas a sus deseos. No te enfrentes, no te enfrentes, no te enfrentes..." me repetía. Y comoquiera que mi cara estaba cambiando de color por la fuerza de sus manos estrangulando mi yugular, a duras penas introduje la mano en un bolsillo y extraje el único billete de diez que tenía hecho un gurruño y sin articular palabra, lo puse frente a su cara. -!tres euros más, cabrón!- grito el hombre fuera de su sensatez. Se los di tembloroso, qué iba a hacer. Aquel taxista era una bestia parda. Ni siquiera me dijo adiós cuando arrancó a toda velocidad. Entonces entre al restaurante arreglándome la camisa y con un sofoco evidente. El momento más agradable fue degustar esa carne roja poco hecha y el exquisito postre. Entonces me levanté de la mesa y para no volver a tener problemas lo primero que hice fue compartir. Grité alto y claro a los demás comensales.- La comida era de primera calidad y el servicio excelente. Muy recomendable este restaurante. ¿Les gusta?- algunos asentían y otros levantaban el dedo dando su aprobación. Cada uno de aquellos gestos era un me gusta y había lo menos cinco.- Respiré tranquilo y me dirigí hacia la puerta, donde estaba el maître. Le dije- ya ve usted, he compartido y cinco me gustas más el mío, seis me gusta. Enhorabuena, muy buen trabajo. Bueno, hasta otro día.- El hombre me sujeto suavemente el brazo y dijo muy bajito, como para que los demás no escucharan- disculpe señor, no ha pagado usted la cuenta.- Yo le miré absorto, sin dar crédito. ¿Qué les pasa hoy a todos? me pregunté.- Vamos a veeeer. Sus ojos han sido testigos de los seis me gusta y de que he compartido. Yo no sé, quizá debiera añadirle a mis amigos pero la verdad, no me parece que podamos llegar a llevarnos bien. Le veo tenso. - La pelea posterior a puñetazos fue intensa y entre golpe y golpe yo gritaba- !ya no me gusta, ya no me gusta!!...- Por estas cosas ya no salgo a la calle. El mundo está loco perdido. Yo sí que me doy por pagado con vuestros compartir. Es la única retribución que espero de mis cositas literarias. Si compartís, me nutro, y mi motivación hace que pueda seguir aportando el menú diario de palabras que espero os esté sentando bien. Adiós buenos días.

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