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A la atención de la Alcaldía del Excelentísimo Ayuntamiento de Arenas de San Pedro

Segundo escrito

Por la presente, ruego a Dios todopoderoso, que yo jamás desee a nadie, por más envidia que me causen sus vehículos de alta gama, un estropajoso camino como el que franquea el paraje de Los Lanchares, situado en las inmediaciones de Poyales del Hoyo y dependiente del ayuntamiento a que se hace referencia en el encabezado de esta página. Si acaso desearía semejante mal a algunas zonas yihadistas, para que a los fanáticos que transiten por ellos, se les revienten las amortiguaciones de sus vehículos todo terreno y se quebranten con semejante traqueteo, las ametralladoras que portan fijadas sobre sus carrocerías.

Solo a estos fanáticos podría desearles idéntico mal, una maldición que llevamos padeciendo durante años los inocentes vecinos de Los Lanchares, los cuales intentamos sobrevivir sin ningún tipo de asistencia por parte de dicho consistorio, cuyo olvido, equivalente a un tipo de Alzheimer municipal, debe responder a una penitencia más allá de nuestra limitada comprensión.

Yo mismo he pensado comenzar los arreglos con las dos manos y toda mi perseverancia, pero al precio que esta el cemento y sin ningún tipo de ayuda por parte del gobierno de la nación, probablemente tenga que volcar el tiempo que me queda de vida y la totalidad de mi patrimonio en conseguir tapar los más de dos mil baches profundos diseminados por este aterrador recorrido. Podría incluso incurrir en ilegalidades ya que, sin duda, habría de solicitar los consiguientes permisos de obra que por otra parte, me serían denegados, manteniendo así viva la maldición por los siglos de los siglos.

Y no todo es malo porque algunos de estos socavones, dada su longitud y profundidad, responden bien al empiece de una estación subterránea de metro. Y en este caso mi desánimo se vería recompensado ya que me cabe esperar, una futura parada que tenga conexión directa con la de Ventas en Madrid, a pocos metros de mi segunda residencia.

No obstante, mientras no suceda nada de lo anterior, los vecinos nos mantendremos firmes en el pago de los exigidos impuestos con la esperanza de que algún día, la buena voluntad de quien pretende para su jurisdicción una razonable accesibilidad, ponga manos a la obra y envíe la ayuda que con tanto desasosiego demandamos. Porque esa persona o personas deben saber, que quienes residimos en este particular y cautivador entorno rural, también tenemos huesos en el interior de nuestras carnes, igual de sensibles al golpeteo que el de otros mortales, y para llegar hasta cualquier lugar asfaltado, tenemos que someterles al castigo de un itinerario infectado de socavones del mismo modo que si nos desplazáramos en un vehículo lunar por la superficie del satélite.

Pero seguro que ya pronto envían al agente Benedicto para que de fe de mi testimonio, levante un acta y castigue con el azote de su bolígrafo por su dejadez, al responsable de nuestro desamparo.

Gracias de todo corazón.

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