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A la atención de la Alcaldía del Excelentísimo Ayuntamiento de Arenas de San Pedro

Por la presente, ruego a Dios todopoderoso, que siembre justicia en el corazón de la persona responsable, funcionaria de este excelentísimo ayuntamiento, para que tenga la compasión de arreglar el camino a los vecinos de Los Lanchares, paraje situado en el término municipal de Poyales del Hoyo y tutelado por esa municipalidad, como compromete el anteriormente denominado proindiviso.

No son pocos los impuestos que abonamos a las arcas municipales, y aunque vamos subsistiendo sin ningún tipo de servicios en absoluto: basuras, alumbrado público, limpieza, alcantarillado mantenimientos,... como correspondería prestar a quienes disciplinada y puntualmente abonamos nuestros tributos, a día de hoy nos resulta ya muy difícil mantener por más tiempo el castigo a nuestros vehículos debido al lamentable estado del asfaltado que discurre por dicho paraje, cuyo tránsito resulta de un suplicio espinoso de explicar.

Los socavones que venimos esquivando desde hace años, tienen ya la profundidad suficiente como para destruir hasta la más exigente amortiguación del más poderoso de los vehículos. La anchura de estos hundimientos los ha convertido en insalvables obstáculos que son imposibles de sortear. Particularmente, el ascenso por el camino desde la carretera nueva que parte desde Ramacastañas hasta la misma puerta de mi casa, a medio camino entre ésta y Poyales del Hoyo, donde termina, (polígono 7 parcela 29) es una aventura de innumerables dificultades. Hay curvas comidas por la vegetación que ciegan la visibilidad y nos amenazan también en las épocas de incendio, y baches, cientos de baches profundamente reventados, cuya grava impide durante la subida el agarre de los neumáticos torturando a las mecánicas. Este paraje además esta muy frecuentado por turistas con niños en busca de rincones bonitos que disfrutar, de ciclistas, que se juegan su físico por las inadmisibles condiciones del pavimento, de un sinfín de paseantes y deportistas que ponen sus tobillos en peligro al recorrer un camino que sin exagerar, parece bombardeado por algún tipo de enemigo. Y es muy fácil verificar cuanto digo si algún agente de la ley pudiera acercarse por estas inmediaciones para dar fe de mi testimonio. Podría comprobar sobre el terreno, que estos lugares habitados, se encuentran sumidos en el más absoluto olvido y desatención.

De modo que sólo me queda rezar al cielo para que la condescendencia y la equidad se instalen en el espíritu y la voluntad de aquella persona o personas comprometidas con la buena ciudadanía, para que tengan a bien acordarse de quienes con tanto esfuerzo pagamos unos impuestos que no nos benefician ni en lo más mínimo.

Gracias de todo corazón.

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