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Extraño

Es muy extraño. Ayer recibí una carta certificada y me quedé helado. El remitente era nada menos que Miguel Blesa. El asombro no me permitió pestañear mientras le firmaba a la cartera el acuse de recibo. Note que en el interior, ciertamente abultado, había algo más que alguna hoja escrita. Entonces me dispuse a abrirla con cuidado de no romper el sobre. Enseguida percibí que un nauseabundo olor a pescado podrido manaba de su interior y se me cambió la cara, igual que cuando veo el primer telediario del día. Cuando finalmente las puntas de mis dedos separaron la envoltura y quedó a la vista el contenido, pude ver lo que parecían recortes de uñas de algún extraño ser gigantesco, aunque posteriormente comprobé que se trataba tan solo de pieles de langostino resecas. También había una carta manuscrita, que tenía cáscaras pegadas, y aunque todo aquello me resultaba ciertamente repugnante, después de unas tobas a los restos de caparazón, pude desplegarla para leer lo siguiente: "Mi querido y muy estimado Josechu. Ante todo mis más sinceras disculpas por cuanto está aconteciendo en torno a la corrupción en España. Puedo asegurarte que nada me indigna más que las falsas acusaciones que desde hace meses recaen sobre mi persona. Son todo artimañas de alguien para adueñarse del privilegiado puesto directivo que tanto esfuerzo me ha costado. Tengo tan clara mi inocencia, que no he tenido ningún pudor en escribirte estas pocas líneas para solicitar tu ayuda. Como sabrás por las noticias, se me pide una cantidad extraordinaria de dinero para poder eludir mi ingreso en prisión, cantidad de la que no dispongo, como podrás imaginar. Tal es así, que como recompensa por tu ayuda, adjunto en este sobre, parte de mi cena de ayer por la noche para que puedas disfrutar con tu familia de un delicioso caldo de pescado. Te ruego comprendas que no me es posible en este momento premiar más holgadamente el apoyo que espero recibir de tus familiares y amigos para evitar la cárcel. Me bastarían unos pocos cientos de euros, o miles, si es que tienes disposición, para afrontar esta injusticia de la que estoy siendo víctima inocente. Ten por seguro que en el momento en que todo esto acabe y como agradecimiento, te haré llegar mediante el helicóptero de mi propiedad, una mariscada fresquísima de la más alta calidad. En este número de cuenta puedes ingresarme el dinero que humildemente te solicito..."

Después estaba escrito un número de cuenta extrañísimo y muy largo y el nombre de un banco del que solo recuerdo que terminaba en Swisse. También se repetían los agradecimientos hasta en tres ocasiones antes de acabarse el texto. Y como quiera que en ese mismo instante el café hiciera su efecto laxante, me dirigí rápidamente al retrete donde me ahorré los acostumbrados 35 cm. de papel higiénico y ahora me huele el culo a gamba.

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