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Días de plomo

Me aburre aburrirme. Es algo que hago con verdadera pasión, aunque al final acabo aburridísimo. Ayer domingo me toqué la cola, solo durante el rato que necesité para llegar al éxtasis. Después regresé a mi aburrimiento habitual. Qué despacio pasa el tiempo cuando la indiferencia es la atmósfera de tu existir... Llevaba una semana haciendo un curso de bostezos on line, pero la verdad, me empalagaba tanto, que en los primeros minutos me entraba la desgana y bostezaba más por natural humanidad que por ser un alumno aventajado. Tenían un teléfono 806, para llamar si se presentaban dudas, y el segundo día lo marqué: -¿Pesimismo punto com?- dijo una preciosa voz femenina cuyo físico no quise ni imaginar por vagancia. - Buenos dias, verá, es que estoy apuntado al curso de bostezos y por más que abro la boca no consigo esa sensación descompresora que tanto complace a los oídos.- -Sepa Usted caballero que le he cogido el teléfono por aburrimiento, pero me la pela hablar con Usted. No se retire, le paso con el departamento de suspiros y lamentos.- Dijo educadamente la muy zorra. Me dejó al teléfono lo justo para quedarme dormido mientras una musiquita, como de teclado Casio antiguo, mecía mis sueños. -Suspiros y lamentos ¿en qué puedo ayudarle? ¿Oiga? ¿Caballero está Usted ahí? Le estoy oyendo roncar. Debo darle la enhorabuena porque ya veo que es usted un verdadero vago. En fin, no hace falta que se despierte. Mi compañera me ha comentado que no llega usted al bostezo completo. Eso le ocurre porque se necesita inspirar aire profundamente algunas veces con la boca muy abierta para inducir la excitación pulmonar que provoca la boqueada profunda. Es una técnica muy utilizada en el yoga. En el juicio posterior, el abogado de este sitio web, alegó que todas estas cosas se me dijeron por teléfono, pero mi sueño profundo no me deja recordar si efectivamente ocurrió así. -Le sugiero que piense en un proyecto de futuro,- parece ser que me dijo el profesor de bostezos, entre otras cosas- un propósito de vida pero sin demasiada ilusión, para evitar frustraciones. Después imagínese yendo a solicitar oficialmente las licencias que precise para poner su negocio en marcha. Véase a sí mismo pagando tasas, impuestos, rellenando formularios infinitos, haciendo colas en el Inem, en la agencia tributaria, solicitando créditos... ¿le viene ya el bostezo? ¿Caballero está usted ahí?... Dos días,... cuarenta y ocho horas estuve durmiendo, con conexión directa a ese número 806. La factura ascendió hasta los 46.378 euros, de modo que tuve que poner una denuncia en comisaría para aclarar lo sucedido. Y como después de perder el juicio y que se me quitara la casa, tuve que asesinar al dueño de esa web, finalmente conseguí mi objetivo de bostezar con verdadera gana. Casi no salgo al patio con los demás presos, prefiero quedarme en mi celda, bostezando.

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